Primera parte
Edificio nuevo… frente al mar… buen nivel económico.- Se auguraban pocos problemas para realizar obras de estructura. Sin embargo... La construcción había estado detenida y expuesta al mar hasta el tercer piso sin terminar por diez años (luego siguió hasta el 9 piso); es decir… el edificio adolecía de serios problemas.
Asamblea: informe profundo de profesionales, buena concurrencia… todo parecía marchar sobre rieles, hasta que… Juan, uno de los copropietarios, sostiene que no se puede cambiar la fachada, por más que no haya otra alternativa, porque el reglamento así lo dice y que él no va a pagar la proporción de este trabajo…
Intentamos explicar que no se trataba de estética, sino de solucionar un problema de fondo, de estructura.- Mantener los ladrillos vistos, que ya estaban porosos de las filtraciones, era imposible y sumamente costoso.- No se trataba de un cambio de fachada arbitrario, sino de una reparación acorde a las normas de la Municipalidad y al informe del profesional, que había sido expuesto y tratado debidamente en la Asamblea, convocada a tal fin.-
A la semana…
“Te buscan los señores del edificio…. “, dijo quien estaba encargada de reparaciones…
“ Si???” respondió la administradora con cara de pocos amigos… (También ellos estaban con cara de pocos amigos).
“Mire… venimos a decirle que estamos totalmente en desacuerdo… bla… bla… bla… y que somos abogados y que nuestros hijos son abogados… bla… bla… bla…”
… Si hay algo que resuena como una bomba en la administración, son las amenazas… y los profesionales tienen la costumbre de ser primero el título y después propietarios… grgrgr
Uyyy, la que se armó! Las administrativas tuvieron que recurrir a la contadora, que se encontraba en el mismo edificio, para que los copropietarios pudieran tener un interlocutor, porque entre amenazas que iban y venían el diálogo estaba totalmente cortado…
Segunda parte
José, un amigo de la administradora, cumplía años…” ¿Venís a mi cumpleaños?”, le dijo con pronunciado entusiasmo.
“Por supuesto!!!”, respondió ella.
Ya instalados en el coqueto salón, entran los cantores.- Aplausos y muy buen ánimo, mientras se degustaba un sabroso champan de bienvenida.-
Impecables, vestidos los artistas de rigurosa etiqueta, moñito, zapatos y sacos acordes para la ocasión, hicieron su entrada victoriosa al escenario, contorneándose entre las mesas donde los comensales, dejando las copas, agitaban sus manos con entusiasmo...
Con sorpresa la administradora, que en ese momento no estaba en su rol sino era una entusiasta más, vio con algarabía que uno de los protagonistas de esa agradable velada era el propietario con el que se había enfrentado!
Juan cantaba como los dioses, cambiaba su vestuario, entonaba a la perfección.- Ante los primeros acordes del tango “Los cosos de al lado” la administradora, entusiasta, movía sus manos a un lado y al otro, cantando haciendo coros.- Estaba feliz, la música modifica todo, pensó... Luego vinieron más y más canciones y la cosa se iba poniendo cada vez más amigable.-
En un entrecruce de miradas, se saludaron con la señora (copropietaria también), con una sonrisa y una agitación de manos festiva, cual encuentro de viejas amigas.-
“¡La sonrisa abre puertas!”, ella pensó… Y vaya si las abrió…
Aplausos y vaivenes de cadera de todos los concurrentes, bailes colectivos, manos entrelazadas, trencitos rítmicos, en fin… la vida, también este hermoso lado de la vida.-
Asperezas limadas… música, el compartir un ocio amigable, recompusieron un vínculo que parecía no tener retorno.
Demás está decir que las chicas de la oficina… cuando vieron el video, no podían parar de reír.- Ahora, cada vez que se encuentran en la oficina… por supuesto, que tiene un especial trato. Han podido revertir el vínculo de hostil a amigable…
La administradora espera la posibilidad de nuevas actuaciones para ir a regocijar el alma con la música… y la fachada… la fachada… pasó a segundo plano.